miércoles, 16 de noviembre de 2011

Comentario Tercer Texto

Tras haber explicado lo que tenemos que entender por ciencia, conocimiento, filosofía, concepción del mundo y realidad, tenemos que entrar ahora más en el detalle y explicar cómo se desarrolla la investigación científica. Más especificadamente, tenemos que analizar las etapas o fases del método científico, cuáles son sus rasgos característicos y cuál es su finalidad última. Lo primero que tenemos que hacer es observar. Ahora bien, no vale con “echar un vistazo” a un acontecimiento y ofrecer una visión aproximada de la realidad, sino que tenemos que mirar un fenómeno con la lupa, aislar los elementos más importantes, describirlos de manera pormenorizada y seleccionar solo aquellas características o rasgos que sean relevantes y que aporten algo útil al desarrollo de la investigación científica.
            Sucesivamente, tenemos que encontrar las relaciones e interacciones entre las características evidenciadas anteriormente, con el objetivo de formular una hipótesis que dé orden, coherencia y sentido al conjunto de la observación. En esta etapa, juega un papel fundamental la intuición y la fantasía, es decir la capacidad humana de crear, literalmente de la nada, un mundo total y completamente distinto. Esto es lo que caracteriza y distingue a los seres humanos de los animales y de las plantas: nosotros dejamos (en el bien o en el mal) una huella en el planeta en el que vivimos, lo marcamos con nuestra inteligencia, nuestra sabiduría, buscando siempre la mejora de nuestro nivel de vida o bien intentando paliar las desventajas estructurales y físicas que nos limitan respecto, por ejemplo, a los pájaros, los osos o las tigres. En una palabra, los humanos vivimos el planeta. Los demás seres vivientes, en cambio, lo habitan, pasan toda su vida de manera pasiva, dejándose guiar solo y exclusivamente por el instinto de supervivencia, sin preocuparse de sus actos o de sus consecuencias. Todo esto hace que los hombres, distintamente de los demás, sepan y puedan formular hipótesis.
            En tercer lugar (y directamente relacionado con lo anterior), una vez observado un fenómeno y encontrada la adecuada relación causa – efecto, hay que verificar empíricamente la hipótesis, es decir hay que pasar de la mera teoría a la práctica para ver si estamos en lo cierto o bien si nos hemos equivocado en alguna relación, elaborando una falacia teórica. En este caso, hay que volver atrás en el método de investigación científica y ver donde nos hemos equivocado (en la observación, en la formulación de hipótesis o en la misma validación empírica). En las ciencias naturales, el experimento (o la prueba) es tan importante como las dos etapas anteriores, porque es el único instrumento del que disponemos para asegurarnos si vamos por buen camino o bien si hay que volver atrás. Además, distintamente de las llamadas ciencias sociales, aquí los experimentos se caracterizan por ser universales, verificables empíricamente y, sobre todo, repetibles en laboratorio todas las veces que queramos. Por último, si los ingredientes fundamentales de la fase anterior eran la fantasía y la intuición, aquí necesitamos todo nuestro espíritu crítico para sacar las debidas conclusiones y proceder en la investigación.
Todo esto constituye un continuum, un proceso que nunca se acaba o se interrumpe, sino que está en continua evolución. Además, sería un error grosero dividir la teoría de la práctica, la observación de la teorización, la verificación de la formulación de hipótesis. En efecto, las etapas que caracterizan por estar tan relacionadas que es imposible partir el proceso; la distinción se hace solo y únicamente por convención o comodidad.
Dicho esto, cabe sacar dos conclusiones importantes del proceso: en primer lugar, la ciencia no se puede analizar por compartimientos estancos. Todo avance es el resultado de un descubrimiento anterior, pero al mismo tiempo la base, el punto de partida de una investigación superior, más completa, detallada y exhaustiva. Esto es lo que llamamos, con orgullo, evolución.
En segundo lugar, así como las ideas y el cerebro humano evolucionan, los conceptos siguen el mismo camino, es decir se hacen más complejos y profundos pero al mismo tiempo comprensible y asequible para todos.
Trayendo ahora las debidas conclusiones, debemos destacar que toda ciencia tiene un objeto de investigación concreto, utiliza un determinado método de investigación pero que, además, al seguir caminos distintos y utilizar técnicas diferentes, aportan una parte del conocimiento humano, de manera que sucesivamente el hombre puede reunir y pegar las piezas del puzle para tener el cuadro completo. Por último, cabe destacar que, aunque en el caso de que el objeto de investigación sea siempre el mismo, en cambio la lupa que utilizamos, el enfoque que le damos será cada vez más incluyente, abierto y multipolar, de manera que cada día podríamos descubrir una faceta nueva de un objeto del cual creíamos haber ya descubierto todo lo posible. 

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