jueves, 1 de diciembre de 2011

Comentario Texto "Ciencia y Método" - Roberto Carballo Cortina

Según el profesor Carballo Cortina, plantearse el significado y los objetivos perseguidos por la ciencia es una construcción personal que intenta explicitar la experiencia y las investigaciones de cada científico o estudioso. En efecto, como dijo en su época el genial Albert Einstein, “la ciencia como fin que debe ser perseguido es algo tan subjetivo como cualquier otro aspecto del esfuerzo humano de modo que cada individuo que viva en una época distinta dará una respuesta diversa acerca de los fines y los objetivos perseguidos por los investigadores. Por lo tanto, aunque si intenta llegar a conclusiones objetivas, demostrables y confutables empíricamente por cualquiera y en cualquier sitio, cada uno abordará el asunto desde su punto de vista personal, dedicándose a buscar las respuestas en los temas que les interesan más. De todo esto se deduce que la ciencia es una actividad humana, social e intrínseca al ser humano, que responde al afán de cada uno de nosotros en encontrar respuestas y soluciones, pero teniendo siempre en cuenta de nuestras limitaciones físicas, naturales o conceptuales. A pesar de esta faceta personal e individual, desgraciadamente hoy día los hombres intentan imponer su propia visión como objetivamente verdadera y aceptable, despreciando y rechazando todas las culturas que intenten oponerse al pensamiento único dominante. Este es, sin lugar a dudas, el camino más erróneo, porque nos llevará a unas consecuencias muy malas y nefastas. 
            Por otro lado, la idea de ciencia está directamente relacionada con la idea de progreso, es decir el objetivo último de cada análisis, investigación o descubrimiento será siempre ir hacia adelante y nunca hacia atrás. Dicho esto, es difícil establecer, entre ciencia y progreso, cual es la variable dependiente y cual la variable independiente. Entre otros, Popper, Longo o el mismo Marx intentaron establecer, una vez por todas, las relaciones existentes entre estos dos campos. Este último, en efecto, al ser un materialismo filosófico coherente, constituye la primera visión (o concepción) del mundo basada total y exclusivamente en la ciencia. La diversidad de opiniones, posturas y planteamientos representa, sin lugar a dudas, la prueba más fiable y creíble del hecho que no existe “la Ciencia”, sino distintos enfoques, puntos de vista y planteamientos, que se relacionas directamente con la opinión de uno de los mejores hombres de saber que ha tenido el ser humano.
            Todo esto nos sirve para avanzar un paso más en el tema y analizar la relación entre ciencia y concepción del mundo, destacando que la disección y separación entre concepción del mundo como un no-saber y ciencia como conocimiento es más un esfuerzo analítico y teórico que un problema real y corriente. Por lo tanto, debemos afirmar que el objetivo último de la ciencia y de los científicos también constituye una visión del mundo, ya que se nutre de los sistemas de ideas en vigor en cada época para construirse. Todo esto nos deja de manifiesto la extrema importancia de las ideologías, de los juicios de valor anteriores a la investigación científica. Cada uno de nosotros no “hace ciencia” por casualidad o porque empujado por el afán de conocer y explicar todos los aspectos de la naturaleza, sino que cada uno se dedicará en investigar y explicar una determinada faceta para “llevar el agua a su molino” y demostrar que sus ideas son válidas. En esta óptica, el marxismo puede ser analizado como uno de los intentos más claros de identificar Ciencia con ideología, visión del mundo con realidad, subjetividad con objetividad. Por lo tanto, debemos tener muy claro en nuestra cabeza la importancia de la relatividad de la ciencia, así como la centralidad del tema del método. Este el instrumento más valido a la hora de apreciar el éxito o el fracaso de una investigación científica, siendo el reflejo tanto del individuo que lo aplicará y llevará a cabo como de su visión de partida y de sus juicios de valores, que le empujarán a analizar un fenómeno en lugar de otro. Dadas estas características, no es de extrañar que tampoco esta vital herramienta en mano de los científicos esté libre de la influencia de la ideología. Por lo tanto, ésta (considerada como el conjunto de valores, creencias e ideales poseídos por los individuos a través del cual analiza y explican la realidad) está presente en todas y cada una de las etapas del método científico, a saber descripción, clasificación, explicación y verificación. Cada una de esta etapa metodológica se puede abarcar utilizando tres modos de inferencia: deductivo, inductivo o reductivo. Cada investigador puede utilizar indistintamente cada una de las técnicas, dependiendo de su aptitud personal o del objeto de investigación, o incluso puede combinar las tres para obtener un análisis más detallado y profundizado.
            En la primera etapa, el investigador se “limita” en observar (con ojo y espíritu crítico) y describir el objeto de investigación, limitando así su futuro estudio a los rasgos y características más notables e importantes. Una vez observado y descrito su objeto de análisis, en la siguiente fase se deberá proceder a clasificarlo, es decir se deberán encontrar las similitudes y diferencias con otros objetos del entorno con en el fin de situarlo analíticamente en el contexto adecuado. Una vez entendido donde está el investigador y su objeto, se pasa a la formulación de hipótesis de investigación, que sería una proposición (o un conjunto de proposiciones) con las cuales se intentará explicar el cómo y, sobre todo, él porque del fenómeno investigado. Una vez elaborada esta hipótesis, es de fundamental importancia verificarla y validarla empíricamente, para ver si el presupuesto de partida es correcto o bien si hay algún fallo. En el caso de que esto ocurra, hay que volver atrás en la investigación y, a través del método de “ensayo y error”, probar y reprobar hasta que no se encuentre una explicación lógica y satisfactoria del fenómeno.
            Todos estos procesos, que al fin y al cabo no serían nadan más que un procedimiento de tesis, antítesis y síntesis, demuestran que el método de investigación debe distinguirse formalmente del método de exposición. Según nos dice Marx, en efecto, “la investigación ha de tender a asimilarse en detalle la materia investigada, a analizar sus diversas formas de desarrollo y a descubrir sus nexos internos. Y si sabe hacerlo y consigue reflejar idealmente en la exposición la vida de la materia, cabe siempre la posibilidad de que se tenga la impresión de estar en una construcción a priori”. Por lo tanto, la investigación abarca todo el proceso del conocimiento científico, mientras que la exposición representa una etapa distinta, que se llevará a cabo solo cuando terminamos con la investigación. La exposición consistirá en el proceso dialectico que, partiendo de una formulación teórica del problema y de sus coordenadas teórico – prácticas, permita la realización de un análisis empírico de la realidad objetiva que nos conduzca a la formulación de una hipótesis. 

RECENSIÓN SEGUNDO LIBRO

El segundo libro que os quiero aconsejar está directamente relacionado con el anterior. Se trata de la obra del economista británico Ian Gough quien, con algunos años de antelación respecto al trabajo del español Ramón Cotarelo, se dedicó a escribir, estudiar y analizar los rasgos característicos del Estado del Bienestar. En efecto, su obra se llama “Economía Política del Estado del Bienestar”. En este libro, se centró sobre todo en la interrelación entre sistema de producción capitalista y Estado del bienestar, definido “como la utilización del poder del Estado para modificar la reproducción de la fuerza de trabajo y controlar la población no activa en las sociedades capitalistas”. Como se puede deducir de esta afirmación, el autor británico adopta una óptica profundamente impregnada de marxismo; en efecto, el intento de su libro es enmarcar los principios, funciones y características del Estado del bienestar dentro de la economía capitalista y sus relaciones sociales. Por esto, no es de extrañar que en su obra se hable muy a menudo de conceptos como “explotación de los medios de producción”, “economía capitalista”, “clase trabajadora”, “división del trabajo”, etc. etc. Según su planteamiento, los medios más importantes disponibles por el Estado son “la concesión directa de beneficios y servicios, la utilización paralela del sistema de impuestos y la regulación estatal sobre las actividades privadas de individuos y sociedades”. En virtud de esto, el moderno Estado del bienestar, interviniendo activamente en la economía y en los mercados, consigue reproducir la fuerza de trabajo, “controlando de esta manera el nivel, la distribución y el modelo de consumo en la sociedad capitalista actual”.
Uno de sus grandes logros ha sido la afirmación que el Estado del Bienestar cuesta. En particular, él detectó que “los costes de los servicios sociales en Gran Bretaña  como parte del PNB se ha elevado desde alrededor del 4% antes de la Primera Guerra Mundial al 29% en 1975”  Entre los servicios sociales más destacables, Gough señaló la seguridad social, la educación, la sanidad y la vivienda. Según su planteamiento, los factores que contribuyeron en mayor medida a este importante crecimiento del gasto social fueron los costes relativos crecientes, los cambios demográficos, la mejora de los servicios y el crecimiento de las necesidades sociales.
A pesar de la solidez de sus afirmaciones, la obra del británico tiene algunos fallos importantes. En primer lugar, él relaciona íntima y directamente el Estado del bienestar con el sistema de producción, distribución y acumulación típico de la economía capitalista de mercado. Es más, según su planteamiento este modelo de gestión política surgió y se desarrolló para, literalmente, estar “al servicio” del capitalismo. En efecto, tal como he podido entender de su obra, el aumento del gasto social del Estado, dirigido tanto a los empleados (salario, remuneración), como a los parados (subsidios de desempleo, incentivos para encontrar una nueva ocupación), a los jubilados (pensiones) y al conjunto de la sociedad (política activa de sanidad, educación y vivienda públicas) responde a una serie de objetivos precisos y bien definidos. En primer lugar, la actuación de los poderes públicos es necesaria para que haya una circulación continua y constante de moneda corriente en los mercados; además, esto incentiva a la llamada “fuerza de trabajo”  para que sea más productiva, dado que una vez que dejen de trabajar podrán “recoger” los frutos de su ardua actividad; en tercer lugar, las ayudas a los sectores más débiles sirve para que los que no disponen de un salario fijo puedan consumir los bienes presentes en el mercado; en cuarto lugar, este modelo legitima y fundamenta al sistema productivo capitalista. En conclusión, el welfare state es total y completamente funcional al capitalismo; su existencia depende de este sistema económico, así como sus fallos y sus ineficiencias. Más especificadamente, el autor llega a afirmar que “los fallos del Estado del bienestar son el reflejo de los fallos del sistema capitalista mundial”.
 Su análisis es, por lo tanto, demasiado “ideologizado”: todo su marco analítico se basa solo y exclusivamente en la lógica marxista. Este es, probablemente, la crítica más importante que me siento de mover al economista británico, dado que, a partir de este enfoque, considera el Estado del Bienestar solo y exclusivamente un fenómeno económico. De aquí el uso frecuente de términos procedentes de la economía política. Esto le impide profundizar el análisis, dejando a lado las componentes políticas y sociales, que en mi opinión son mucho más útiles para analizar el Estado del Bienestar. Además, la conexión entre capitalismo y Estado del bienestar no es tan directa y automática como Gough quiere enseñarnos. En efecto, no solo el welfare state no está “al servicio” de la economía capitalista, sino que incluso se opone a ella: según el planteamiento de los intervencionistas, el Estado tiene que actuar en el mercado para equilibrar y corregir los fallos del mercado, es decir el sector público debe encargarse de llevar a cabo una segunda distribución de la renta y del capital, más equitativa y socialmente justa. Todos estos fallos, repito, son el resultado de un único error: lo de analizar un fenómeno tan complejo y multifacético como el Estado del Bienestar reduciendo todas las variables posibles únicamente a la lógica economicista del enfoque marxista, que se basa en los factores de producción, en la fuerza de trabajo y en su explotación por parte de los dirigentes capitalistas. Reducir el enfoque solo a esta mirada no permite, en mi opinión, formular objetivamente un análisis completo y exhaustivo. Además, creo que Gough falló también en el punto de vista metodológico, llevando a cabo su análisis exclusivamente en su país de procedencia y en una franja temporal muy limitada. Esto empobrece el debate y el análisis, porque, como sabemos, la política fiscal y monetaria del Reino Unido es profunda y totalmente distinta de los países continentales, nórdicos y mediterráneos, dejando a lado las importantísimas diferencias presentes “al otro lado del charco”.
Por todo esto, he querido escribir primero sobre la obra de Ramón Cotarelo. Éste es el modelo de análisis que quien quiera investigar sobre un tema económico, político o social debería seguir para llevar a cabo una investigación coherente y satisfactoria. Ahora bien, es importante destacar que, a pesar de los fallos del británico, su obra es un must para los que cursen una carrera de ciencias políticas y de la administración, sobre todo porque hoy día todos debemos saber en qué modelo de Estado nos encontramos y, sobre todo, plantearnos si esto seguirá siendo así o bien si hará evolucionando (en positivo o en negativo). 


miércoles, 30 de noviembre de 2011

COMENTARIO LIBRO RAMÓN COTARELO

El primer libro con el cual quiero estrenar mi “sección bibliográfica” es la obra del estudioso español Ramón Cotarelo “Del Estado del bienestar al Estado del malestar (La crisis del Estado social y el problema de legitimidad)”. En esta obra, Cotarelo analiza de manera detallada y pormenorizada el origen, auge y declive del Estado del Bienestar. La conclusión a la cual llega es que hoy nos encontramos, en España, con un “Estado del Malestar”, que está traicionando los principios y valores inspiradores y fundadores de esta maravillosa “invención” del ser humano que es el estado del bienestar. El libro me pareció muy oportuno, teniendo en cuenta no solo el corte económico de la presente asignatura, sino también (y sobre todo) el actual contexto histórico, político, social, y, sobre todo, económico en el cual se está encontrando ahora España. Es más, lo que está ocurriendo en este último periodo en la Cataluña gobernada por Arthur Mas (líder de CiU) puede ser visto como el paradigma, el ejemplo más claro del hecho que Cotarelo estaba total y completamente en lo cierto cuando estaba escribiendo su libro. Y esto es aún más importante y relevante si tenemos en cuenta que este libro es relativamente “antiguo” (fue editado por el centro de Estudios Constitucionales en el año 1990). Algunos dirían que Cotarelo era un “gafe” que preveía un futuro oscuro para su país de origen, pero yo en cambio creo que el estudioso español demostró una gran dote de clarividencia cuando publicó su trabajo.
En esta obra, Cotarelo nos dice que en la época de máximo “esplendor” del Estado del Bienestar, incluso se llegó a afirmar que este sistema sería “la construcción perfecta de la convivencia humana, la síntesis de dos contrarios hasta entonces excluyentes: la libertad y la igualdad, es decir el resultado de la fusión completa y perfecta de las dos corrientes que alimentaron el pensamiento político occidental desde comienzos del siglo XIX, el liberalismo y la democracia”. Sin embargo, según su visión, la violenta crisis del petróleo de los años ’73 – ’74 provocó una fuerte crisis de legitimidad del Estado del bienestar. Es más, se criticó el hecho que este sistema no era suficientemente capaz de garantizar el pleno empleo, uno de los “caballos de batalla” de la época anterior. Si queremos ser precisos y sinceros, la previsión de Cotarelo en los años ’90 es demasiado halagüeña para la situación actual, dado que ahora al déficit de legitimidad de los ’70 del siglo pasado hay que sumarle la profundísima y gravísima crisis actual, que está “obligando” a los gobiernos a recortar gasto, reajustar cuentas o a lograr el equilibrio presupuestario. Y todos estos términos técnicos, áulicos y elevados se traducen, yendo al grano, en recortes en gasto social, es decir en la aplicación brutal de “tijeretazos” que están seria y peligrosamente cuestionando los pilares básicos del Estado del Bienestar, como por ejemplo la educación y la sanidad básica públicas, el seguro de desempleo, una política de viviendas digna y satisfactorias y un sistema de pensiones que gratifique a los que han pasado su vida trabajando. 
Personalmente, creo que la obra de Cotarelo es genial y recomiendo calurosamente su lectura, sobre todo porque las conclusiones a las cuales llega no son fruto de especulaciones, augurios o adivinanzas, sino más bien son el resultado de un profundo análisis del Estado del Bienestar de aquella época, analizando el tema desde 4 puntos distintos. En efecto, él justificó su planteamiento desde el enfoque jurídico, económico, sociológico y político. Personalmente, conozco a muy poco autores que abarcan un tema desde puntos tan diferentes para llegar a la misma conclusión y esto es, sin lugar a dudas, uno de los mayores puntos fuertes de este optimo pensador español. 

RESUMEN CAPÍTULO VI LIBRO SWEEZY

La acumulación de capital va acompañada por una mecanización progresiva del proceso de producción: la misma cantidad de trabajo, operando con un mejor equipo, puede ser más eficiente y productiva. Esto quiere decir que la productividad del trabajo crece de continuo y que la composición orgánica del capital exhibe también un curso ascendente sostenido. De estos cursos Marx derivó su famosa ley de la tendencia descendente de la tasa de ganancia, dado que hay una relación inversamente proporcional entre la composición orgánica y la tasa de ganancia. Por lo tanto, este carácter descendente de la ganancia tendría que cerrar al fin los cauces de la iniciativa capitalista, llegando hasta el punto en que esta tasa asumirá valores negativos y, por lo tanto, el capitalista perderá dinero en lugar de ganarlo. Todo esto se puede resumir en la fórmula matemática g= p’ (1-0), en la cual se supone la p’ como constante.
Ahora bien, Marx enumera cinco causas contrarrestantes, que frenan y anulan la ley general de la tasa descendente de la ganancia, dejándole tan solo el carácter de una tendencia. Éstas son:
1.      Abaratamiento de los elementos del capital constante. El uso creciente de maquinaria, elevando la productividad del trabajo, disminuye el valor por unidad del capital constante.
2.      Aumento de la intensidad de explotación. La prolongación de la jornada laboral eleva directamente la tasa de plusvalía, aumentando la cantidad de trabajo excedente sin afectar la de trabajo necesario.
3.      Depresión de los salarios más debajo de su valor. Un salario más bajo reduce los costes y aumenta las ganancias.
4.      Sobrepoblación relativa. La existencia de trabajadores desocupados conduce a la instalación del capital relativamente baja y, por lo tanto, una tasa de ganancia relativamente alta.
5.      Comercio exterior. El comercio exterior abarata los elementos del capital constante, reduciendo los costes de producción.
Sin embargo, esta ley tiene algunos fallos. Como hemos visto, Marx identifica la composición orgánica del capital con la tasa de plusvalía. Una composición orgánica ascendente del capital va de la mano con la creciente productividad del trabajo. Teniendo la tasa de plusvalía constante, esto implica que una mayor productividad produce salarios mayores, de manera que ésta beneficia tanto al obrero como al capitalista; de esto se deriva que el trabajo pasado, en forma de capital constante, mantiene una relación de competencia con el trabajo viviente y frena las demandas de este último. Por lo tanto sería más adecuado reconocer que la productividad ascendente tiende a llevar consigo una tasa más alta de plusvalía, que deja de ser constante y fija.
Si adoptamos este enfoque y suponemos que tanto la composición orgánica del capital como la tasa de plusvalía son variables, entonces debemos deducir que la tasa de ganancia bajará si el porcentaje de aumento en la tasa de plusvalía es menor que el porcentaje de disminución en la proporción del capital variable respecto al capital total. Si estos argumentos son sólidos, se sigue que no hay ninguna suposición general de que los cambios en la composición orgánica del capital serán relativamente tan superiores a los cambios en la tasa de la plusvalía que los primeros dominaran los movimientos en la tasa de ganancia: la formulación de la ley de la tendencia descendente de la tasa de ganancia ya no es muy convincente. A pesar de todo, una cosa parece totalmente segura: el aumento en la composición orgánica del capital tenderá a restablecer la tasa de la plusvalía y, en esa forma, a acrecentar el volumen de la plusvalía más allá de lo que éste hubiera sido en ausencia del aumento de la composición orgánica del capital.
            Por último, es necesario hacer referencia a otras fuerzas o factores que tenderán a deprimir o a elevar la tasa de la ganancia. Entre las fuerzas tendientes a deprimir esta tasa podemos mencionar los sindicatos (luchan por el aumento del salario de los trabajadores o por la mejora de sus condiciones de vida, reduciendo así la plusvalía de los capitalistas) y la acción del Estado en beneficio y protección de los trabajadores (el marco institucional existente, como la limitación legal de la jornada de trabajo, el seguro contra el desempleo y la legislación destinada a salvaguardar el derecho de contratación colectiva representan un obstáculo a la actividad de los empresarios). Por lo contrario, las organizaciones patronales (los “antagonistas” de los sindicatos), la exportación del capital (que puede representar una válvula de escape muy válida en el caso de estrechez del mercado interno), la formación de monopolios y la acción del Estado en beneficio del capital (como por ejemplo las tarifas protectoras, que, así como los monopolios, pueden elevar la tasa de ganancia general) pueden contribuir a elevar la tasa de ganancia de los capitalistas.   

RESUMEN CAPÍTULO IV LIBRO SWEEZY

La relación entre producción de mercancías y capitalismo no es tan fácil y clara como parece: el capitalismo implica la producción de mercancías, pero ésta no implica necesariamente el capitalismo. Bajo este sistema productivo la propiedad de los medios de producción corresponde a un conjunto de individuos, mientras que el trabajo manual lo realizan otros. En la producción de mercancías, las relaciones entre propietarios tienen el carácter de relaciones de cambio, mientras que en el capitalismo a éstas hay que añadir las relaciones entre propietarios y no propietarios. Además, en el sistema capitalista la fuerza trabajo es considerada como una mercancía más, añadida a la provisión de factores productivos. Otra diferencia importante entre los dos sistemas económicos y productivos es que, en la producción simple de mercancías, los individuos empiezan con mercancías, las convierten en dinero y, finalmente, adquieren nuevas mercancías (M-D-M); en el sistema capitalista, en cambio, se empieza por el dinero, se adquieren nuevas mercancías y, por último, se venden estas mercancías para producir e ingresar una mayor cantidad de dinero (D-M-D’). Este incremento de dinero es lo que Marx llama plusvalía y que constituye el objetivo, la finalidad ultimo de todo capitalista. Esta plusvalía tiene origen en la nueva mercancía a disposición de los capitalistas: la fuerza de trabajo. Sin embargo, esta mercancía se procede de una “mercantilización” de los seres humanos, quienes venden su capacidad productiva a cambio de dinero; de aquí la dificultad en establecer un precio de mercado a esta mercancía tan peculiar. Según Marx, el valor de la fuerza de trabajo debe determinarse por el tiempo de trabajo necesario para la producción de una unidad; más especificadamente, para Marx el valor de la fuerza de trabajo es el valor de los medios de subsistencia necesarios para el mantenimiento digno del trabajador. De esto se deduce, por lo tanto, que el valor de la fuerza de trabajo se reduce al valor de una cantidad más o menos precisas de mercancías ordinarias y corriente.
  Según el análisis económico de Marx, la plusvalía no puede surgir del mero proceso de circulación de mercancías; asimismo, los materiales que entran en el proceso productivo tampoco pueden ser la fuente de la plusvalía. Por lo consiguiente, ésta deberá proceder de la fuerza trabajo, la nueva “mercancía” teorizada por Marx. Esto es así porque las unidades producidas por el obrero durante su jornada laboral no sólo cubren los costes salariales, sino que también exorbita esta producción, haciendo que todas las unidades adicionales sean producidas fuera del coste. En otras palabras, la jornada de trabajo puede dividirse en dos partes: el trabajo necesario y el trabajo excedente. Esta última parte es la que proporciona la plusvalía al capitalista, dado que en esta fase el trabajador está trabajando más de lo que le correspondería por convenio. Por lo tanto, lo específico del capitalismo es la forma que asume la explotación de una parte de la población por otra, a saber la producción de plusvalía. 
Todo esto implica un análisis más profundo del valor de las mercancías. De hecho, podemos distinguir tres partes: el capital constante(c), el capital variable (v) y la plusvalía (p). La primera parte representa el valor de la maquinaria y los materiales usados; la segunda se refiere al valor de la fuerza de trabajo, mientras que la tercera sería el excedente de producción, que se queda en las manos del capitalista. La suma de los tres valores daría como resultado el valor total de la mercancía.
 De esta ecuación (la columna vertebral del planteamiento económico marxista) se deriva el concepto de la tasa de plusvalía (la proporción de la plusvalía respecto al capital variable), que sería la forma capitalista de lo que Marx llama la tasa de explotación, o sea la proporción de trabajo excedente con respecto al trabajo necesario. Numéricamente, la tasa de explotación es idéntica a la tasa de plusvalía y pueden ser utilizados como sinónimos; sin embargo, cabe recordar que el primer es el concepto más general aplicable a todas las sociedades de explotación, mientras que el segundo solo se aplica al capitalismo. La magnitud de esta tasa es determinada por tres factores: la duración del día de trabajo, la cantidad de mercancías que entran en el salario real y la productividad del trabajo.
            El segundo concepto derivado de la ecuación marxiana es la medida de la relación del capital constante con el capital variable en el capital total usado en la producción. Marx llama a esta relación la composición orgánica del capital, que sería una medida de la amplitud en que el trabajo es provisto de materiales, instrumentos y maquinaria en el proceso productivo.
            Sin embargo, hay un concepto que es crucial para el capitalista y su sistema productivo: la tasa de ganancia. Ésta se define como la proporción de la plusvalía con respecto al desembolso total de capital. Su ecuación matemática sería p/ (c+v). Los factores que determinan esta tasa son los mismos que influyen sobre la tasa de plusvalía y la composición orgánica del capital. Asimismo, como en el caso de la plusvalía, también en el de la tasa de la ganancia se supone la igualdad general entre las industrias y las empresas, aunque si la experiencia real parece confutar y rechazar esta hipótesis. En efecto, esta igualdad se basa en tendencias reales existentes en la producción capitalista, que nacen de la fuerza de la competencia. Sin embargo, en la realidad podemos observar como las empresas tienden a formar oligopolios o incluso monopolios, lo que impide afirmar que la ley del valor de Marx sea correcta en todos los ámbitos. Ahora bien, según los críticos de Marx, el hecho de que la ley del valor no sea válida en el orden económico capitalista depende, según Marx, de un factor o serie de factores que oculta la esencia del capitalismo. Suponiendo que la composición orgánica del capital fuese la misma en todas las esferas de la producción, la ley del valor controlaría directamente el cambio de mercancías sin detener la explotación de los obreros por los capitalistas y sin reemplazar su deseo de ganancia 

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Comentario Tercer Texto

Tras haber explicado lo que tenemos que entender por ciencia, conocimiento, filosofía, concepción del mundo y realidad, tenemos que entrar ahora más en el detalle y explicar cómo se desarrolla la investigación científica. Más especificadamente, tenemos que analizar las etapas o fases del método científico, cuáles son sus rasgos característicos y cuál es su finalidad última. Lo primero que tenemos que hacer es observar. Ahora bien, no vale con “echar un vistazo” a un acontecimiento y ofrecer una visión aproximada de la realidad, sino que tenemos que mirar un fenómeno con la lupa, aislar los elementos más importantes, describirlos de manera pormenorizada y seleccionar solo aquellas características o rasgos que sean relevantes y que aporten algo útil al desarrollo de la investigación científica.
            Sucesivamente, tenemos que encontrar las relaciones e interacciones entre las características evidenciadas anteriormente, con el objetivo de formular una hipótesis que dé orden, coherencia y sentido al conjunto de la observación. En esta etapa, juega un papel fundamental la intuición y la fantasía, es decir la capacidad humana de crear, literalmente de la nada, un mundo total y completamente distinto. Esto es lo que caracteriza y distingue a los seres humanos de los animales y de las plantas: nosotros dejamos (en el bien o en el mal) una huella en el planeta en el que vivimos, lo marcamos con nuestra inteligencia, nuestra sabiduría, buscando siempre la mejora de nuestro nivel de vida o bien intentando paliar las desventajas estructurales y físicas que nos limitan respecto, por ejemplo, a los pájaros, los osos o las tigres. En una palabra, los humanos vivimos el planeta. Los demás seres vivientes, en cambio, lo habitan, pasan toda su vida de manera pasiva, dejándose guiar solo y exclusivamente por el instinto de supervivencia, sin preocuparse de sus actos o de sus consecuencias. Todo esto hace que los hombres, distintamente de los demás, sepan y puedan formular hipótesis.
            En tercer lugar (y directamente relacionado con lo anterior), una vez observado un fenómeno y encontrada la adecuada relación causa – efecto, hay que verificar empíricamente la hipótesis, es decir hay que pasar de la mera teoría a la práctica para ver si estamos en lo cierto o bien si nos hemos equivocado en alguna relación, elaborando una falacia teórica. En este caso, hay que volver atrás en el método de investigación científica y ver donde nos hemos equivocado (en la observación, en la formulación de hipótesis o en la misma validación empírica). En las ciencias naturales, el experimento (o la prueba) es tan importante como las dos etapas anteriores, porque es el único instrumento del que disponemos para asegurarnos si vamos por buen camino o bien si hay que volver atrás. Además, distintamente de las llamadas ciencias sociales, aquí los experimentos se caracterizan por ser universales, verificables empíricamente y, sobre todo, repetibles en laboratorio todas las veces que queramos. Por último, si los ingredientes fundamentales de la fase anterior eran la fantasía y la intuición, aquí necesitamos todo nuestro espíritu crítico para sacar las debidas conclusiones y proceder en la investigación.
Todo esto constituye un continuum, un proceso que nunca se acaba o se interrumpe, sino que está en continua evolución. Además, sería un error grosero dividir la teoría de la práctica, la observación de la teorización, la verificación de la formulación de hipótesis. En efecto, las etapas que caracterizan por estar tan relacionadas que es imposible partir el proceso; la distinción se hace solo y únicamente por convención o comodidad.
Dicho esto, cabe sacar dos conclusiones importantes del proceso: en primer lugar, la ciencia no se puede analizar por compartimientos estancos. Todo avance es el resultado de un descubrimiento anterior, pero al mismo tiempo la base, el punto de partida de una investigación superior, más completa, detallada y exhaustiva. Esto es lo que llamamos, con orgullo, evolución.
En segundo lugar, así como las ideas y el cerebro humano evolucionan, los conceptos siguen el mismo camino, es decir se hacen más complejos y profundos pero al mismo tiempo comprensible y asequible para todos.
Trayendo ahora las debidas conclusiones, debemos destacar que toda ciencia tiene un objeto de investigación concreto, utiliza un determinado método de investigación pero que, además, al seguir caminos distintos y utilizar técnicas diferentes, aportan una parte del conocimiento humano, de manera que sucesivamente el hombre puede reunir y pegar las piezas del puzle para tener el cuadro completo. Por último, cabe destacar que, aunque en el caso de que el objeto de investigación sea siempre el mismo, en cambio la lupa que utilizamos, el enfoque que le damos será cada vez más incluyente, abierto y multipolar, de manera que cada día podríamos descubrir una faceta nueva de un objeto del cual creíamos haber ya descubierto todo lo posible. 

jueves, 10 de noviembre de 2011

Segundo Comentario de Texto

Una visión del mundo (o Weltanschaung) no es LA realidad, el conocimiento puro, sino que es una concepción, sesgada y parcial, del mundo que nos rodea. Esta visión está compuesta y formada por una serie de principios y valores que nos guían, nos encaminan hacia una meta o un objetivo y nos sirve para dar sentido al mundo.  Hay distintos factores que influyen y producen esta concepción; entre ellos, el más relevante es, sin lugar a dudas, la sociedad en la que se vive. Sin embargo, estas son tan complejas y articuladas que es muy difícil entender lo que piensa cada individuo tomado singularmente. Además, cabe destacar una vez más que teoría y práctica se mezclan en un entramado tan complejo que es prácticamente imposible separar los dos ámbitos de actuación. Por último, cabe señalar que la visión del mundo a veces se superpone (e incluso opone) a la ciencia positiva, típica de las ciencias exactas.  Estas dos forma mentis se han impuesto mutuamente como pensamiento dominante, pero actualmente el pensamiento positivo se ha definitivamente llevado la mayor atención. Esto es debido al hecho que, mientras que las visiones del mundo, como hemos visto anteriormente, son particulares (aunque si pueden ser socializadas), interpretativas, interpretables y, sobre todo, subjetivas, la ciencia positiva, en cambio, es medible, ponderable y, sobre todo, general y objetiva. Dicho esto, conviene destacar que un aspecto no excluye el otro, es decir el pensamiento positivo- científico puede ser tomado como punto central de la concepción del mundo, limitando así las reciprocas desventajas y otorgando a la visión subjetiva la objetividad que necesitaba. En este modo, por ejemplo, puede que se consideren los científicos como la mejor clase social.
Analizando ahora la visión materialista del mundo, formulada por los filósofos alemanes Friedrich Engels y Karl Marx, cabe destacar algunos aspectos fundamentales. En primer lugar, se trata de una Weltanschaung explicita, en el sentido que se plantea la liberación de la conciencia de cualquier atadura o constricción, lo que produce a su vez la liberación de la praxis, de la acción concreta. Esto provoca que, en segundo lugar, la concepción marxista del mundo admita solo y únicamente el materialismo como fuente de saber. Más especificadamente, ellos buscan el pensamiento real y concreto y no el metafísico o teorético. Todo esto implica, además, un fuerte inmanentismo, entendido como el principio según el cual la explicación de los fenómenos debe buscarse en otros fenómenos presentes en el mundo y no en instancias superiores, ajenas o extrañas al mundo.  Esta es la esencia del materialismo más puro y genuino o más sencillamente del pensamiento real.  Además, el marxismo se caracteriza por la dialéctica, que es sumamente útil a la hora de desarrollar y elaborar el pensamiento científico – positivo. En efecto, gracias a la dialéctica, los individuos consiguen eliminar todos aquellos factores irracionales que podrían estorbar la objetividad, de manera que sin la dialéctica no hay pensamiento científico.  Esto se realiza gracias al utilizo de la racionalidad reductiva, que consiste en “simplificar” los conceptos, individuando los patrones comunes y unificándolos para que el pensamiento fluya con regularidad, homogeneidad y coherencia.
En conclusión, el pensamiento filosófico de Marx y Engels consiguió unir con éxito la visión (o concepción) del mundo con el pensamiento científico positivo (dominante en aquella época) y esto ha sido, sin lugar a duda, uno de los mayores éxitos conseguidos por los individuos, tanto que esta corriente de pensamiento sigue siendo discutida y debatida en los centros culturales a distancia de más de un siglo desde su formulación y elaboración. 

Primer Comentario de Texto

Según el gran filósofo y pensador J. Schumpeter, la ciencia es “cualquier conocimiento que haya sido objeto de esfuerzos conscientes para perfeccionarlo”. Haciendo un análisis sumario de esta definición, podríamos quedarnos satisfechos con esta definición, ya que sintetiza y condensa en una única frase lo que se puede entender por ciencia. Sin embargo, yendo más en el detalle y desglosando cada término, hay que lamentar que la definición es tan amplia, genérica e imprecisa que al final resulta decir todo y nada al mismo tiempo, es decir el concepto de ciencia detallado por Schumpeter no es ni exhaustivo ni completo. Y no lo es por una serie de razones.
 En primer lugar, la definición simplifica enormemente los hechos y la realidad empírica, identificando ciencia con conocimiento. Este último término es mucho más complejo de lo que parece, sobre todo porque implica y se desarrolla en tres características fundamentales: en primer lugar, el conocimiento, en el ámbito científico, no solo sirve para describir un hecho o un experimento (lo que sería reductivo), sino que también debe explicar, con bases científicas, porque un acontecimiento se produce y porque no podría producirse en otras circunstancias.
En segundo lugar, la explicación debe darse con criterios y formulas única y exclusivamente objetivas, verificables, ponderables, medibles. Además, la explicación debe poder ser verificable por quienquiera, en cualquiera circunstancia. Las ciencias exactas excluyen la subjetividad del observador, haciendo que este se “limite” en medir, formular y explicar racionalmente, sin expresar, bajo ningún concepto, ningún tipo de prejuicio, creencia, opinión o juicio de valor. En las ciencias exactas, las cosas son como son, y no pueden cambiar según el punto de vista del observador o su estado anímico. Es más, los experimentos científicos deben poder ser repetibles para encontrar el patrón que une entre ellos los fenómenos, encontrando la llamada relación causa- efecto. Ésta es, sin lugar a dudas, la gran diferencia que separa las ciencias exactas de las llamadas ciencias sociales. Por todo esto, no es de extrañar que Lenin y Engels consideren las ciencias exactas como materialisticas y no ideológicas o espirituales. Los científicos deben tocar la materia, no pensarla; deben medir un objeto, no interpretarlo; deben explicar una teoría, no formular una serie de hipótesis igualmente válidas y aceptables.
            El tercer factor que caracteriza al conocimiento es que este siempre es una base de partida para algo más; el conocimiento siempre es un fin para conseguir una meta mayor, pero nunca y jamás puede ser un fin en sí mismo. No basta con conocer, describir y explicar un objeto: el ser humano no se debe conformar con eso. Por lo contrario, la consecución del conocimiento es el punto de partida (y no la meta), la conditio sine qua non de la acción (praxis en griego).  Aquí está la clave de la complejidad del conocimiento, considerado ahora como la base de la acción o actividad. Este enfoque plantea, por lo tanto, nuevos retos y preguntas a los cuales tenemos que contestar: relacionando el conocimiento teórico con la acción práctica, ¿los científicos están actuando, además de teorizando? En mi opinión, la respuesta es positiva. Los científicos, a la hora de describir y analizar un fenómeno científico, lo están manipulando, cambiando, alterando. Por ejemplo, cuando los científicos explican cómo y porque se producen los terremotos, están simplificando un fenómeno complejo, haciéndolo comprensible incluso a los menos cultos o interesados. Por lo tanto, los científicos no se “limitan” en explicar la realidad, sino que además están ofreciendo a la comunidad un marco teórico importante, que sucesivamente servirá de base y apoyo para la acción concreta. Además, los mismísimos actúan mientras investigan, porque para conocer un fenómeno hay que actuar sobre él, moverlo, medirlo y manipularlo. Esta acción puede, además, proceder de una investigación anterior, de manera que conocimiento y acción representan las dos caras de una medalla que nunca termina o terminará, sino que siempre está evolucionando, progresando y dejando para la posteridad una mayor información. 

jueves, 20 de octubre de 2011

Europa apuesta por España

El artículo de la semana habla de la aprobación de las nuevas carreteras que dentro de 10 años constituirá la columna vertebral del sistema de transportes españoles. Más especificadamente, la UE ha aprobado el proyecto español de construir ex novo 5 obras monumentales: el corredor del Mediterráneo (con un presupuesto de 19.424 millones), el corredor central (11.621), el corredor cantábrico – Mediterráneo (13.168), el Corredor Atlántico (11.699) y el corredor Atlántico – Mediterráneo (6.025). La inversión total sería alrededor de 49.800 millones de euros en 7 años, lo que equivale a 7.000 millones de euro anuales. Según las palabras de José Blanco, ministro de Fomento, se trata de un presupuesto real y asumible.
 He decidido publicar y comentar este artículo en el blog en respuesta al euro escepticismo que algunos compañeros han manifestado el pasado lunes en clase, sobre todo respecto al papel de las instituciones europeas respecto la crisis y, más especificadamente, el papel de España en la UE. Más especificadamente, con este artículo querría demostrar que, en la situación actual, salir de la zona euro y dejar la moneda común para que el Banco de España pudiese gestionar el cambio y el tipo de interés de la propia moneda (recordémonos que ahora mismo la política monetaria de los Estado está únicamente en las manos del Banco Central Europeo, la única institución legitimada para fijar el tipo de cambio del euro respecto al exterior) sería no solo un anacronismo, sino además un verdadero harakiri político, social y, sobre todo, económico. El ingreso de España en la antigua CEE ha sido el objetivo prioritario de todos los gobiernos españoles (incluso Franco querría que su país se incorporara en la recién creada Comunidad Europea, pero la falta de democraticidad de sus instituciones le impidieron cumplir su sueño). Tras una larguísima, extenuante y agotadora negociación, España finalmente (1 enero de 1986) entra por la puerta principal en Europa. A partir de este momento, la economía española no hizo nada más que beneficiarse de su condición de miembro europeo. Y esto no se mostró solo gracias a la ayudas económicas y a los subsidios procedentes de la Comisión Europea (en particular la PAC y las transferencias para paliar el déficit y el retrase de algunas Comunidades Autónomas), sino también en sentido moral, político y anímico. La UE es mucho más que una mera unión económica y comercial creada para abolir las fronteras y eliminar las aduanas y los costes arancelarios: estar en la UE implica compartir el mismo espíritu europeo, saber de ser parte de la misma realidad y, sobre todo, ayudarse de manera solidaria para salir de esta crisis y crecer armónicamente como continente, pero sobre todo como entidad política, económica y administrativa. Es verdad que la UE tiene sus fallos, sus defectos y sus ineficiencias que hay que corregir, pero también es cierto que, si España no se encontrará ahora en la UE o se nunca hubiera entrado en sus instituciones, sin lugar a dudas la situación sería muchísimo pero de la actual.
Sin mirar demasiado atrás en el tiempo, por ejemplo, este artículo deja de manifiesto que Europa sigue creyendo fuertemente no solo en la recuperación de España, sino también le otorga un papel fundamental en el ámbito geopolítico y territorial. Lejos de ser la periferia de Europa, los españoles pueden sentirse alegrados de que Bruselas financiara (entre un 10% y un 20%, lo que, en términos monetarios, equivale a 6.000/7.000 millones de euros) el ambicioso proyecto europeo, que permitiría conectar mucho más rápida y eficazmente el Atlántico con el resto del continente, abaratando así enormemente el coste de los trasnportes y garantizando el progreso y el avance cientifico en el ámbito de las carreteras.
Europa sigue apostando por España, y sería ilógico y contraproducente dejar escapar este importante tren y decidir seguir solos por una vía que es cada vez más dificil y arduos recorrer contando solo con las propias fuerzas... La magnitud de los nuevos retos y desafíos es tan importante que la vía de la autarquía y la autosuficiencia son practicamente inviables en el siglo XXI...

viernes, 7 de octubre de 2011

QUIS CUSTODIET IPSOS CUSTODES?

El segundo artículo elegido habla de las prejubilaciones millonarias de los máximos directivos y ejecutivos de la CAM y de Caixa Galicia. En una época tan turbulenta, movida e desastrosa como la actual, los jefes, los peces gordos de dos entidades financieras han “decidido” reservarse por sí una prejubilación astronómica y colosal, mientras que nosotros, comunes mortales, tenemos que conformarnos con una pensión de jubilación misérrima o un subsidio de despido ínfimo. El titulo no es casual, dado que la locución latina utilizada por Juvenal en las Sátiras (que recoge la cuestión planteada por Platón en su obra “La República”) resume y explica muy bien el foco central de la cuestión: ¿Quién vigila a los vigilantes? ¿Quién guardará a los guardianes? Comunidades Autónomas, Gobierno Central, Banco de España, Ministerio de Hacienda, Comité Ejecutivo de las entidades bancarias: en estos últimos días estamos escuchando como cada uno de estos actores está “echando balones fuera”, quitándose la responsabilidad de la vigilancia y del control de encima y culpando a los demás de no haber llevado a cabo satisfactoriamente su labor de evitar exactamente lo que ocurrió y que desató las protestas más vivaces y la indignación más profunda. Las cifras exorbitantes que estamos leyendo actualmente en los principales periódicos es el resultado final de esta competición a quien se exime primero de la responsabilidad y punta el dedo contra el otro. Respondiendo a la cuestión planteada anteriormente, me atrevo a contestar que nadie vigila a los vigilantes, es decir nos encontramos en una situación de total y completa anarquía institucional legal. El vació jurídico que provoca está situación tan descontrolada hace que cada uno haga simplemente lo que le dé la gana, sin preocuparse de las consecuencias o de las repercusiones posibles. Es más, como es sabido que los que en teoría deberían velar por el cumplimiento de las normas, en realidad no lo hacen, los “culpables” se sienten legitimados y justificados en actuar como están haciendo.
Soraya Sáenz de Santamaría, portavoz del PP en el Congreso, dice que “el Banco de España debe controlar euro a euro la gestión de las entidades financieras y el comportamiento ético de todos sus gestores”. En cambio, Alfredo Pérez Rubalcaba, el candidato del PSOE al Gobierno, afirmó en una entrevista que “para controlar los excesos de directivos no hace falta reformar el Banco de España, basta con que supervisen los presidentes autonómicos”. ¿Quién tiene la razón? ¿Quién se está equivocando? A lo mejor, la respuesta es que los dos y nadie están en lo correcto. La “verdad” podría estar en el medio, pero hasta que los principales partidos de España no se pongan, una vez por todas, de acuerdo y que intenten buscar una solucion compartida, el resultado seguirá siendo lo mismo: el caos y el desorden institucional, que permite que episodios desagradables como lo que ocurrió con la CAM y Caixa Galicia vuelvan a repetirse. Hace falta un órgano ad hoc, super partes, que esté más allá de los juegos de poder y se dedique solo y exclusivamente a la labor de vigliancia y control, pero para conseguir este resultado hace falta necesariamente un acuerdo y consenso entre las principales fuerzas políticas.
DANILO SERANI

Encontrando relaciones y variables...

El día pasado hicimos en clase un ejercicio útil y entretenido. Cada uno de nosotros presentó al resto de la clase el artículo que había elegido y comentado y el profesor se encargó de recoger las key words y escribirlas en la pizarra. Sucesivamente, nos encomendó de encontrar una relación entre estas palabras extraídas de su contexto y explicar su interrelación. Más especificadamente, las palabras elegidas son las siguientes: las agencias de calificación USA; el déficit estructural gasto>ingreso; Wall Street; los marines; twitter; subsidios > trabajo. En mi opinión, este ejercicio es muy interesante, porque nos demuestra que la economía mundial es un sistema en el cual cada elemento o actor interactua directa o indirectamente con los otros factores. A la luz de todo esto, he escogido explicar la relación entre twitter (y las redes sociales en general) y lo que está ocurriendo en este periodo en Nueva York y, más especificadamente, en Wall Street. Por lo que parece, el movimiento 15-M de los indignados, surgido en la Puerta del Sol de Madrid, ha llegado "al otro lado del charco", donde miles de personas se han reunido para protestar y manifestar su indignación acerca de la preocupante y catastrófica situación económica actual. La protesta, en su origen espontanea y provisional, está cobrando cada día más fuerza e impacto mediatico: los protestantes se están organizando de manera más completa, eficaz y eficiente y su voz ha llegado incluso a los oídos del Presidente Barack Obama, quien dijo que esta es la expresión del descontento popular acerca de la grave coyuntura económica y del entero sistema económico y financiero. En mi opinión, este movimiento nunca y jamás habría sido tan potente y eficaz si no hubieran existido las redes sociales. Éstas actúan de caja de resonancia, amplifican las protestas, canalizan los intereses y las demandas y permiten una solidaridad y una unidad únicas e irrepetibles. Sin las redes sociales, las protestas se habrían quedado sueltas e improvisadas; en cambio, twitter, facebook, etc. etc. hicieron de pegamento en la sociedad civil y la comunidad política, logrando algo que hace un año (o más) habría sido imposible. Por lo tanto, en la relación entre la protesta de Wall Street (que, cabe recordar, se está ahora expandiendo incluso en otras ciudades norteamericanas, como Washington) y las redes sociales, el primer factor sería la variable dependiente, mientras que los social networks serían la variable independiente, es decir la que impulsa y mueve estas protestas.
DANILO SERANI

jueves, 6 de octubre de 2011

Recensión Primer Articulo

DANILO SERANI
SISTEMA ECONÓMICO MUNDIAL
El articulo elegido habla de la ola de recortes en las cuentas públicas que se está llevando a cabo en prácticamente todo el territorio español. El hecho de que las comunidades autónomas y los entes locales quieran poner en marcha un “plan de austeridad” para intentar reducir el déficit público y cuadrar las cuentas no es escandaloso o preocupante en sí, teniendo en cuenta la profundísima crisis económica y financiera que está afectando a España y a los demás países industrializados. En periodos de “vacas flacas”, hay que apretar el cinturón para aguantar y seguir adelante, a la espera que lleguen tiempos mejores y el sistema económico español y mundial vuelva a funcionar con regularidad. Sin embargo, lo que me parece absolutamente escandaloso, negativo y aterrador es la naturaleza y el objeto de los recortes. El artículo de “El País” pone de manifiesto que las principales áreas en las cuales las CCAA quieren aplicar su plan de recortes y austeridad son educación, sanidad y las políticas y servicios sociales. Este fenómeno es preocupante por dos motivos: en primer lugar, no nos enfrentamos a un mero “reajuste de cuentas y de personal”, sino a un verdadero tijeretazo social, humano y económico, con una media del 20% en despidos y disminuciones de subvenciones. En segundo lugar, hay que tener en cuenta que todas las CCAA están interesadas en “cerrar el grifo” en estas áreas.
En mi opinión, estos recortes terminarán produciendo una gravísima y profundísima crisis social, dado que las principales (y prácticamente únicas) víctimas de estos “ajustes” son los miembros de la sociedad civil y no del régimen político. Las autoridades políticas, en lugar de asumirse la responsabilidad y dar el buen ejemplo, reduciéndose el salario, eliminando muchos de los privilegios que les interesan o recortando personal, están cargando contra los usuarios de los servicios públicos fundamentales, como los hospitales, las universidades y los centros de asistencia. Esto acabará incrementando aún más el gap entre ricos y pobres, haciendo que los primeros sigan gozando de beneficios y de un status importantes, mientras que los segundos paguen y sufran todas las consecuencias negativas de la actual crisis económica y financiera. Creo que las comunidades autónomas están llevando a cabo una verdadera injusticia social y, si siguen así, los ciudadanos acabarán rebelándose y plantando cara a estas medidas. Hay muchísimas áreas en las cuales se podría efectuar un ajuste para reducir el déficit público, pero el camino que se está siguiendo es exactamente el peor itinerario posible, y el hecho de que lo estén siguiendo prácticamente todos es aún más escalofriante. No se puede ahorrar dinero público sacrificando y renunciando a los servicios básicos a la ciudadanía mientras persistan profundas desigualdades sociales. En mi opinión, la mejor manera para que todos puedan salir de la crisis sanos y salvos es que cada uno aporte su pequeño grano de arena para que cuadran las cuentas, y no que muchos carguen con el peso para que unos pocos sigan teniendo un estilo de vida por encima de la media.
En conclusión,  las CCAA están demostrando que quieren cargarse totalmente al Estado del Bienestar, minando sus pilares fundamentales, pero no entienden que derrumbar este edificio (que ha tardado más de 30 años en consolidarse y afirmarse) implicaría la deslegitimación del actual sistema político y, como extrema consecuencia, la misma ruina de quienes están intentando ahora mismo ahorrar donde no se debería absolutamente recortar, sino fortalecer, incentivar y fomentar.

Ensayo Primera Clase

En el primer día de clase de la asignatura “Sistema económico mundial” nos hemos reunido en grupos de discusión, en los cuales hemos tenido la oportunidad de discutir, debatir y comentar los aspectos positivos y negativos de nuestra experiencia universitaria. Asimismo, hemos elaborado una serie de propuestas para poder mejorar el sistema universitario. Debo decir que ha sido una discusión muy positiva y enriquecedora, sobre todo para mí, ya que este es mi último año de la licenciatura en ciencias políticas y, gracias a este trabajo, he podido hacer un balance de mi experiencia en la Universidad Complutense. Entre los aspectos positivos, hemos destacado la importancia del aprendizaje, de la socialización y del desarrollo del pensamiento crítico. Estoy de acuerdo con lo que hemos debatido en clase, dado que la universidad no es solo un lugar donde aprender y profundizar los propios conocimientos técnicos, sino que además (y sobre todo) es una ocasión única para conocer nuevas personas, compartir los propios temores y las propias preocupaciones acerca del futuro, pero también los logros, metas y objetivos que hemos alcanzado con éxito. Además, el hecho de ser estudiantes de la misma carrera favorece, sin lugar a dudas, el dialogo y el intercambio de informaciones y experiencias. Por último, hemos destacado la importancia del desarrollo de un pensamiento y espíritu crítico, que es algo mucho más importante del mero conocimiento teórico en sí, dado que gracias a este elemento podemos analizar críticamente los acontecimientos que nos rodean, sin aceptar tácitamente todo lo que nos dicen.
Sin embargo, hemos detectado también algunos aspectos negativos de nuestra experiencia universitaria, entre los cuales el profesorado (obviamente, con las debidas excepciones), el hecho de estar obligados en asistir a las clases y el plan de estudios de nuestra facultad, en la cual, lamentablemente, falta una componente fundamental para nuestro acercamiento a la política: el conocimiento de idiomas extranjeros. Respecto al primer aspecto y haciendo referencia a lo dicho anteriormente, debo decir que, si bien es verdad que algunos profesores estimulan e incitan el desarrollo del pensamiento crítico, otros en cambio acaban desmoralizando al alumnado, haciendo que se pierda el interés en la materia y se desincentive el desarrollo de un espíritu crítico. Esto es extremadamente importante, dado que, como hemos debatido en clase, el profesorado es la pieza fundamental de la entera estructura universitaria, dado que su capacidad de explicar y fomentar el interés en la materia es crucial a la hora de salir de la universidad y encontrarse en el mundo laboral. Respecto al plan de estudios, me parece fatal el hecho que no haya asignaturas en las cuales se impartan los idiomas extranjeros, en particular el inglés, dado que es la lengua más utilizada actualmente en el mundo. Esto debilita gravemente la capacidad de encontrar un trabajo en un ámbito en el cual el conocimiento del inglés es la conditio sine qua non de cualquier politólogo, periodista, diplomático o funcionario público.
Una vez analizados detenidamente los aspectos positivos (tesis) y negativos (antítesis), hemos elaborado una síntesis, es decir hemos propuesto una serie de mejoras. En primer lugar, hemos destacado la importancia de un fácil acceso a todos los estudiantes, gracias sobre a la concesión de becas o de auxilios al estudiante. Entiendo que este tema hoy día es particularmente difícil, teniendo en cuenta sobre todo la coyuntura económica negativa que está afectando al planeta. Sin embargo, esta es una universidad pública y, por lo tanto, el Estado y las instituciones deben ser capaces de remover todos los obstáculos, de cualquier naturaleza, que entorpecieran el libre acceso de todos los estudiantes a las universidades, dado que el saber es extremadamente importante en un mundo difícil como el actual. Por últimos, hemos matizado la necesidad de una mayor coordinación e interacción entre el profesorado y el alumnado, de manera que cada uno aprenda y mejora del otro y que juntos se pueda llegar a obtener una situación mejor de la que se encontraba en su momento inicial. Además, hemos propuesto una revisión del plan de estudios, así como un utilizo más intensivo de las nuevas tecnologías, que deben ser el principal aliado de los estudiantes del siglo XXI para mejorar y desarrollar su aprendizaje y profundización del conocimiento.
Finalmente, espero que a lo largo de este curso podamos tener otros momentos de debate y reflexión como este, porque en mi opinión esta es la mejor manera de aprender algo útil no solo en el ámbito académico, sino también en la vida cotidiana.

DANILO SERANI