El artículo de la semana habla de la aprobación de las nuevas carreteras que dentro de 10 años constituirá la columna vertebral del sistema de transportes españoles. Más especificadamente, la UE ha aprobado el proyecto español de construir ex novo 5 obras monumentales: el corredor del Mediterráneo (con un presupuesto de 19.424 millones), el corredor central (11.621), el corredor cantábrico – Mediterráneo (13.168), el Corredor Atlántico (11.699) y el corredor Atlántico – Mediterráneo (6.025). La inversión total sería alrededor de 49.800 millones de euros en 7 años, lo que equivale a 7.000 millones de euro anuales. Según las palabras de José Blanco, ministro de Fomento, se trata de un presupuesto real y asumible.
He decidido publicar y comentar este artículo en el blog en respuesta al euro escepticismo que algunos compañeros han manifestado el pasado lunes en clase, sobre todo respecto al papel de las instituciones europeas respecto la crisis y, más especificadamente, el papel de España en la UE. Más especificadamente, con este artículo querría demostrar que, en la situación actual, salir de la zona euro y dejar la moneda común para que el Banco de España pudiese gestionar el cambio y el tipo de interés de la propia moneda (recordémonos que ahora mismo la política monetaria de los Estado está únicamente en las manos del Banco Central Europeo, la única institución legitimada para fijar el tipo de cambio del euro respecto al exterior) sería no solo un anacronismo, sino además un verdadero harakiri político, social y, sobre todo, económico. El ingreso de España en la antigua CEE ha sido el objetivo prioritario de todos los gobiernos españoles (incluso Franco querría que su país se incorporara en la recién creada Comunidad Europea, pero la falta de democraticidad de sus instituciones le impidieron cumplir su sueño). Tras una larguísima, extenuante y agotadora negociación, España finalmente (1 enero de 1986) entra por la puerta principal en Europa. A partir de este momento, la economía española no hizo nada más que beneficiarse de su condición de miembro europeo. Y esto no se mostró solo gracias a la ayudas económicas y a los subsidios procedentes de la Comisión Europea (en particular la PAC y las transferencias para paliar el déficit y el retrase de algunas Comunidades Autónomas), sino también en sentido moral, político y anímico. La UE es mucho más que una mera unión económica y comercial creada para abolir las fronteras y eliminar las aduanas y los costes arancelarios: estar en la UE implica compartir el mismo espíritu europeo, saber de ser parte de la misma realidad y, sobre todo, ayudarse de manera solidaria para salir de esta crisis y crecer armónicamente como continente, pero sobre todo como entidad política, económica y administrativa. Es verdad que la UE tiene sus fallos, sus defectos y sus ineficiencias que hay que corregir, pero también es cierto que, si España no se encontrará ahora en la UE o se nunca hubiera entrado en sus instituciones, sin lugar a dudas la situación sería muchísimo pero de la actual.
Sin mirar demasiado atrás en el tiempo, por ejemplo, este artículo deja de manifiesto que Europa sigue creyendo fuertemente no solo en la recuperación de España, sino también le otorga un papel fundamental en el ámbito geopolítico y territorial. Lejos de ser la periferia de Europa, los españoles pueden sentirse alegrados de que Bruselas financiara (entre un 10% y un 20%, lo que, en términos monetarios, equivale a 6.000/7.000 millones de euros) el ambicioso proyecto europeo, que permitiría conectar mucho más rápida y eficazmente el Atlántico con el resto del continente, abaratando así enormemente el coste de los trasnportes y garantizando el progreso y el avance cientifico en el ámbito de las carreteras.
Europa sigue apostando por España, y sería ilógico y contraproducente dejar escapar este importante tren y decidir seguir solos por una vía que es cada vez más dificil y arduos recorrer contando solo con las propias fuerzas... La magnitud de los nuevos retos y desafíos es tan importante que la vía de la autarquía y la autosuficiencia son practicamente inviables en el siglo XXI...